sábado, 10 de julio de 2021

Un nuevo susto



 Hace mucho que no escribo, pero hace tiempo que no he tenido la necesidad de compartir algo importante, pero anoche todo eso cambió y para mi fue algo traumatico, no porque no haya sucedido antes, más bien porque me trajo recuerdos de como todo comenzó.  Si has sido participe de mi blog desde que lo hice, hace muchos años atrás, supongo que recuerdas la primera convulsión de Amanda, que sucedió en la casita que teníamos en Carolina, PR, luego de que haya llegado a casa con la transportación escolar de La Esperanza.  Si no lo has leído aún, te invito a que leas los primeros capítulos de mi blog.  En esta ocasión, te vengo a contar lo que anoche sucedió, necesito contarlo y que mejor que a ti, que me lees.

Estaba yo acostada en la cama (mi cama), todo el que me conoce sabe que llego del trabajo a cocinar, recoger, atender las nenas y dormir.  Me gusta acostarme temprano.  Estoy en la cama mirando el celular como de costumbre y escucho a Amanda haciendo un sonido como para vomitar.  Me paro corriendo de la cama, corro a su cuarto y ahí estaba ella.  Con su mirada perdida y se había hecho caca, estaba toda llena de ella y le hablaba, me miraba pero no estaba ahí.  Ya sabía que algo andaba mal, la pongo de lado, la comienzo a limpiar.  Le trato de arrancar el pañal, le limpio la espalda y el trasero.  Corrí a buscar algo a la cocina, en este momento no recuerdo que fue (creo que fue agua, pero no estoy segura).  Todo el recuerdo de anoche sale borroso en mi mente, me suele suceder.  

Amanda vomitó, ahora era una combinación de vomito y diarrea en mi hija con su mirada perdida. Tenía moviemtos en la boca, pero no era normal.  Como si tuviera algo en la lengua que le estuviera molestando, pero no tenía nada.  Me pongo a limpiarla y empieza a convulsar, no puedo recordar cuánto tiempo convulso, pero fue mucho.  Vuelvo y llamo a su papá, esta convulsión no se parecía a ninguna otra que ella haya tenido en el pasado.  Fue distinta y no menos aterradora.  La acomodamos de lado, trato de recomfortarla sobandole la espalda y hablandole.  Nada funciona, pasaron varios minutos ya, salgo corriendo nerviosa a la cocina, tengo un medicamento de emergencia para ella que se le debe  dar luego de 3 minutos de convulsiones continuas.  

Lo acepto, jamás lo he usado yo, no he tenido la necesidad.  Cada vez que cosas así suceden salgo corriendo al hospital y dejo que ellos se encarguen, pero ya es hora de que tome responsabilidad y lo haga yo.  No quiero seguir viendo a mi muchacha convulsar mientras espero a que lleguen los de emergencias.  He tenido la suerte qu enunca tardan más de 6 minutos, pero 6 minutos es mucho para verla así.  Agarro la medicina, trato de leer las instrucciones y las manos me temblaban.  Claroq ue me tiemblan, no sé hacerlo, no sé que hacer.  Las instruccionen tienen dibujos, entre nervios y tristeza le pongo el medicamento (uso rectal) y en menos de 1 minuto ya se habían detenido.  Gracias a Dios por la ciencia...terminé de limpiarla, le quitamos la sábana y el protector a la cama, la hechamos a lavar y le pusimos sábanas limpias.  

Tiffany estaba ahí, preguntando en que puede ayudar, ella siempre trata.  Es la mejor hermana que he conocido en la vida, de hecho, fue ella quien recogió el reguero que causé y quien lavó las sábanas de Amanda.  Ella se quedó ahí, hasta que todo paro.  Fue ella quien se quedó cuidando a Amanda, en lo que yo iba al techo (el techo de acá sirve de almacén) a buscar sábanas limpias.  Estoy muy orgullosa de Tiffany, siempre lo he estado y siempre lo estaré.  Ella es la protectora de su hermana y doy gracias a Dios por ello.  Sé que el día que yo falte y su papá también, ella estará ahí para protegerla, amarla y cuidarla.

Volvemos, Amanda se quedó dormida justo después de que se detuvo la convulsión, cada vez que ella convulsa, el cerebro tiene tanta actividad que se me queda dormida rápido y no se levanta hasta el siguiente día.  No quiere interrupciones a su descanso, pero quién realmente puede descansar cuando un hijo nuestro acaba de convulsar y no puede hablar para decir como se siente o que necesita.  Me acosté a su lado, no la iba a dejar sola.  Papá decidió que el iba a dormir con ella.  La velamos toda la noche...gracias a Dios ya está bien y está activa.  Ya todo pasó.

Yo soy una mamá precabida, presente, siempre estoy alerta con mis hijas, pero especialmente con Amanda...de esas madres que la juventud de hoy en día llaman tóxica sin tan siquiera saber el significado de tan fea palabra.  Me pregunto, de no ser una madre así, que al menor sonido de mi hija me levanto, cómo sería mi vida.  Si desde la primera convulsión en ausencia de mi hija, me di cuenta por una tos.  Tuve la necesidad de compartir esto hoy, me lo tenía que sacar del sistema.  Ya todo pasó...debo recordarme que ya todo pasó, pero lo tengo tan presente en mi mente.  Su carita perdida, no quiero seguir pensando en ello, pero...recordé como todo comenzó y me revolvió los recuerdos más dolorosos de este trayecto.

Una vez más, gracias a ti por leerme.  Es bueno saber que hay alguien que está interesado en lo que vivo y lo que siento.  Lo que pienso, lo que callo y en lo más importante, en Amanda.  Dicen que hace falta una Tribu para criar a nuestros niños...gracias por ser parte de la mía. 




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